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Más allá del diagnóstico:
una mirada emocional al cáncer de mama
Por Ana Karina Camacho Duarte, psicóloga y paciente oncológica
Mi historia de afrontamiento con el cáncer comenzó en un octubre rosa. Escuché “la mala noticia: sí es cáncer”. La definición de “mala noticia”, según Ascencio, et. Al, 2013, es “toda información que altera la vida de una persona de manera drástica”. Leerlo o imaginarlo es una cosa, pero vivir ese instante, el shock inicial, es otra. La noticia del diagnóstico puede ser solo la primera de una serie de malas noticias: tratamiento, cuidados, pérdidas de trabajo, amistades, familiares, partes del cuerpo… Hay pérdidas y experiencias nuevas. Una lluvia de información desconocida e inimaginable si no se había tenido experiencia previa con el cáncer.
Desde ese momento, la incertidumbre se convierte en parte de la vida. Y sí, algunas mujeres ya lidiábamos con situaciones de ansiedad y/o depresión, previas al diagnóstico; y “la ansiedad, la angustia, la depresión y el trastorno de estrés postraumático son los trastornos psicológicos más frecuentes en pacientes con cáncer de mama” (Dinapoli, et. Al., 2021). Irónicamente, los trastornos en los que más he estado interesada profesionalmente, desde antes de mi diagnóstico. No puedo compartir en este artículo todo lo que viví, ni todo lo que sé ahora sobre el cáncer, pero intentaré mostrar lo más relevante, tanto a nivel personal, como profesional.
Comienzo por llevarte a la etapa previa al diagnóstico, esa que suele iniciar con el miedo al simple hecho de pensar en “cáncer”, gran parte de la población, ve como sinónimos “cáncer y muerte”, y si bien, no podemos negar la cantidad de muertes por cáncer, es un hecho que también habemos muchos sobrevivientes.

También es cierto que las campañas de octubre hablan de “prevenir el cáncer”, aunque, creo que para prevenirlo, primero tendríamos que saber qué es exactamente lo que lo causa y actualmente solo tenemos ciertas aproximaciones y recomendaciones: alimentación saludable, ejercicio, manejo de estrés… Tal vez por ese miedo a la muerte es que preferimos decir “prevención del cáncer de mama” y no “prevención de la muerte por cáncer de mama”, aunque en realidad, lo segundo es lo que estamos previniendo.
Y desde ese miedo social, partimos. Nos hablan de autoexploración, pero -dejando a un lado los tabús sexuales – el hacerlo, puede enfrentarnos al miedo a encontrar algo… y a veces, si encontramos algo, es más fácil mentirnos diciendo “debe ser solo un quiste”. Quisiera decirte a ti, mujer, si es que eres menor de 40 años, que, aunque las estadísticas hablan de que el cáncer de mama es más frecuente en mujeres mayores de 40 años, cada vez somos más, menores de 40, diagnosticadas. Y no quiero generar más miedo, sino más valentía. También, debes saber que todos tenemos sesgos mentales, como el sesgo del “experto”, en mi caso, el médico que atendió mi embarazo, pese a ser un buen ginecoobstetra, no notó que mi “bolita” sí era algo grave; el hecho de que los profesionales de la salud, especialmente los médicos, se pueden equivocar, como cualquier ser humano, es algo que deberíamos tener en cuenta. Claro, hay de errores a errores, algunos llegan al grado de ser negligencias, pero por eso, es que, como pacientes, tenemos derecho a segundas opiniones. Y por eso te recomiendo que si ya has detectado algo en tu autoexploración, te armes de valor y visites a un médico oncólogo, que es el especialista en cáncer.

Tenemos miedos muy absurdos, hay quienes mueren por no haber detectado a tiempo el tumor, por miedo al diagnóstico. Una mujer que conocí en el hospital es el ejemplo de tantas mujeres afuera. Estaba en la sala de espera del hospital y una señora me preguntó:
- ¿Es usted la paciente?
- Sí, soy yo
- ¿Y de qué cáncer tiene?
- De mama, ¿usted también es paciente?
- No, yo estoy esperando a que mi papá salga de cirugía, pero tengo mucho miedo de tener eso que usted tiene, porque ya tengo el antecedente de mi papá y luego mi mamá también tuvo de mama, y sé que debería hacerme eso de la mastografía, pero me da mucho miedo que me digan que tengo cáncer.
- Sí, da miedo, pero es mejor que lo detecten a tiempo, como en mi caso, a dejar que el miedo sea más grande y detectarlo cuando ya es tarde. Además ¿qué tal que se hace el estudio y le dicen que todo está bien? Creo que, si se hace la mastografía, sale de dudas y puede estar más tranquila, si sale todo bien, pues ya se quita el estrés… y si sale algo mal, pues ya sabe que aquí la pueden atender y sí es complicado, pero mejor recibir atención si se necesita a estar ignorando el problema.
- Pues sí, tiene razón… sí voy a preguntar si me pueden hacer ese estudio aquí…
Esta mujer me recordó mi etapa de negación y la evitación de muchas mujeres, no dudaría que incluso haya quienes marchan en octubre “apoyando la causa” sin hacerse ningún estudio. Es muy loable que las mastografías lleguen a más mujeres, aunque creo que deberíamos incluir los ultrasonidos mamarios (para menores de 40 años que ya detectaron algo inusual con la autoexploración). Y desde la psicología tal vez nos está faltando acompañar en el recorrido del miedo a la valentía y el autocuidado.
Como psicóloga tengo amigos y conocidos psicólogos, y descubrí que algunos de ellos, tampoco saben cómo abordar estos temas, ni personal ni profesionalmente. Yo misma había derivado a una paciente en proceso de diagnóstico con una colega que había tenido cáncer. Y es importante mencionar que, si estás pasando por una situación como paciente o familiar, tienes derecho de cambiar de terapeuta si notas que quien te ha acompañado o quien te recomendaron no puede darte la contención que necesitas. Lo ideal, sería que encuentres al experto en esto: aquel psicólogo que además se ha especializado en psicooncología, que es la rama de la psicología que acompaña a pacientes y familias en procesos oncológicos o bien, a un psicólogo con formación en tanatología (no significa que te vayas a morir). Algunas veces, en el mismo hospital hay psicólogos que te ofrecen atención de manera gratuita.
Y si ya te diagnosticaron a ti o a una persona querida ¿Qué sigue? Subirte a “la montaña rusa de emociones”. Porque ocurre un fenómeno social cuando das la noticia, aunque como dije antes, nadie sabe la causa del cáncer, de pronto todos tienen la cura y comienzan a darte recetas, remedios, recomendaciones, opiniones (la mayoría no pedidas), sobre lo que vieron, lo que le sirvió a Fulanito, lo que le quitó el cáncer a Manganito, lo que dicen que es bueno para la quimio, para que no se caiga el cabello… y la lista es grande: el té, el suplemento, el otro suplemento, el curandero tal, el ¡hipoclorito! Y sí, cuidado con el juicio de los demás, porque no faltará quien haya leído por ahí que el cáncer le da a las personas rencorosas, las que no perdonan…

Cuidado con esas primeras etapas, porque el juicio puede venir de fuera, pero si tú escuchaste antes todos esos mitos y/o información sobre las personas con cáncer, podrías ser tú quien comience a juzgarse, a sentirse culpable por: no alimentarte bien, no haber hecho ejercicio, no haberte revisado antes, no haber perdonado, no haber ido a terapia… Y sí, es válido hacer ese análisis en retrospectiva, pero no sirve de mucho quedarse ahí.
Tu vida se detiene, pero alrededor todo sigue su curso. En esta montaña rusa emocional, la mayoría imaginará demasiado sobre lo que estás viviendo, pero muy pocos estarán presentes realmente y no porque no quieran, simplemente, los demás están siguiendo su vida. Pero debes saber que no todo es tristeza, culpa o enojo. A veces sí, estás hasta abajo, a veces solo avanzas lentamente… y otras puedes reír a carcajadas, incluso reírte de tu situación (a mí me llegó un humor negro que, si me hubiera puesto a escribir, tal vez tendría ya mi guión para un show de stand up comedy).
¿Y si tienes hijos? Cuando hay hijos, o incluso sin ellos, podrías caer en la necesidad de “ser fuerte” o si eres el familiar de la persona con cáncer. Pero debes saber que eso de “hacerse la fuerte”, no ayuda mucho, cada emoción es importante en este proceso. Y tu familia y en especial tus hijos, pueden verte llorar y con ello saber, que también ellos pueden llorar. Mi bebé aún no hablaba cuando me diagnosticaron, pero siempre le estuve contando lo que sucedía, trataba de adaptarlo a su edad “mamá está llorando porque le duele su mano donde le picaron así: pik, pero dejará de doler pronto”. También habrá momentos donde quieras mandar a “la China” a todos; yo me enojé con mis médicos durante el proceso, aún así hoy estoy muy agradecida con ellos.

Otro aspecto relevante es la parte espiritual. Sea lo que sea en lo que tú creas, tener una conexión con ese “algo” más grande que tú, puede ayudarte a pasar por los momentos más complicados del tratamiento. Si por ejemplo eres católica y te sirve ir a una misa de sanación o de unción de enfermos, ve… pero por favor, cuida mucho que las prácticas que hagas, ¡no pongan en riesgo tu salud! Y aunque te acompañes de prácticas alternativas como reiki, jamás hagas algo que esté contraindicado por tu médico. Ya lo mencioné arriba, a mí me recomendaron tomar hipoclorito “para matar al tumor” ¡Ten mucho Cuidado! Infórmate con fuentes confiables.
Es muy importante, que te vuelvas experta en tu diagnóstico, hasta donde te sea posible. Y que sepas que, aunque encuentres a otra mujer con cáncer de mama; cada cuerpo, cada historia, cada tumor son diferentes; así que evita compararte (aplica en todo momento, no solo en el cáncer). Cáncer de mama puede ser el resumen de un diagnóstico, pero es importante que sepas que cada diagnóstico y tratamiento es muy específico. Y cada persona tiene recursos distintos para afrontar la enfermedad. Mi necesidad de saber lo que pasaba en mi cuerpo, me ayudó a investigar mucho, a preguntar a los médicos mis dudas (atrévete a preguntar, tienes ese derecho). Por eso hice un diplomado en psicooncología (aunque creo que aprendí más por mi experiencia personal que por haber estudiado el diplomado). Estar informada, saber qué esperar, puede calmar la ansiedad.
Mi experiencia como psicóloga fue un recurso muy valioso, antes del diagnóstico, había estudiado hipnosis ericksoniana y terapia Gestalt (muy criticada por no tener evidencia científica sólida, pero que para mí fue de gran ayuda, sobre todo al recordar el “vivir el presente”), gran parte de las aportaciones de la terapia Gestalt, son también abordados en mindfulness, “la atención al momento presente”; el mindfulness tiene más evidencia científica, incluso en su aplicación en grupos de pacientes con cáncer de mama, por eso y porque no quería desconectarme de la psicología (dejé mi consultorio durante mi tratamiento), estudié neurobiología del mindfulness, y gracias al dr. Eduardo Calixto logré comprender más mi situación y sembró en mi la idea de seguir el camino del mindfulness en personas con cáncer. Luego, estando ya operada, me certifiqué como instructora. Porque, aunque no tenía la formación en mindfulness, sabía que algo de ello había usado durante mi tratamiento. La autohipnosis fue clave, el recordar a Milton Erickson, llamado por algunos “el sanador herido”, también fue importante.
Y tal vez pienses que todo termina cuando el tumor ya no está, pero no, aunque ahora escucho mucho “lo bueno es que ya estás bien”, el proceso continúa, retomar la vida “normal”, no es sencillo, la vida cambia y es innegable, la cirugía y el tratamiento farmacológico tienen efectos secundarios que no siempre se ven. Mi cabello está de vuelta, pero no es lo más importante en este proceso, aunque su caída sea lo que más impacta socialmente. Y no se trata de volver a ser quien eras antes del cáncer, sino de descubrir quién eres ahora, con lo que aprendiste y con la fortaleza que emergió en ti. En mi caso, comencé a publicar en redes sociales opiniones y experiencias sobre el tema, en Corazones Resilientes Mx. Un día de quimio, tenía esas palabras resonando en mi mente y pensaba “sí, todos tenemos corazones resilientes, mis pacientes son resilientes, las personas que han tenido experiencias traumáticas, México es un país resiliente, las personas con cáncer, los niños, todos en ese hospital lo somos”, como fue muy recurrente ese pensamiento, hice una página de facebook, sin saber para qué. Hoy, comienzo a descubrirlo, aunque confieso, sigue siendo un camino poco claro todavía.
Dinapoli L, Colloca G, Di Capua B, Valentini V. Psychological Aspects to Consider in Breast Cáncer Diagnosis and Treatment. Curr Oncol Rep. 2021 Mar 11;23(3):38. doi: 10.1007/s11912-021-01049-3. PMID: 33709235; PMCID: PMC7952347.